martes, junio 20, 2006

Quisiera...



Te ves tan impaciente, parado frente a mí, observándome mientras estoy tendida sobre la cama y totalmente desnuda. Tomas mis manos y las acaricias suavemente, como siempre lo has hecho. Poco a poco te acercas a mí, para dejar caer tu cuerpo sobre el mío. Con gran ternura comienzas a besar mis labios, mis mejillas, mis ojos cerrados. Lentamente tu boca busca mi cuello, para morderlo ardientemente, como sabes que me gusta... De pronto, tus manos entran en acción, y ofrecen a mis pechos un sofisticado masaje de placer. Luego, bajas tus caricias hasta mi estómago y de ahí pasas directamente hacía mis piernas, mientras tu lengua juguetea con los aretes que llevo sobre mi oreja izquierda y la humedece. Con la certeza de saberme expectante, abres mis piernas y recorres tu cuerpo hacía abajo, hasta que tu cara queda frente a mi intimidad. Preparas tu lengua... quieres hacerme sentir de esa manera que sólo tu sabes, y que por r egla general me provoca frenesí. Después de un rato, subes tu cuerpo hasta que tus labios quedan a la altura de los míos y me besas. Sé cuál es tu intención. Sé que lo que quieres es pasar de tu boca a la mía el sabor de mi entrepierna. Para entonces estás preparado para fundirte dentro de mi cuerpo, y lo haces.
–"¡Oh! Qué sensación..."-. Eso es lo que piensas en ese momento.
Me miras fijamente, y en tus ojos hay una mezcla caótica de deseo, amor, tristeza y locura.
Es tan bello darme cuenta de cuánto me amas aún... Pero yo quisiera poder decirte, que aunque has sido mi mejor amante, ahora no siento nada. Quisiera poder gritarte que lo único que quiero y necesito es que me dejes descansar. Quisiera poder, de alguna manera, hacerte recordar que morí la noche anterior y hacerte entender que le estás haciendo el amor a mi cuerpo sin vida...