viernes, abril 14, 2006



Me encontraste sumergido en la tierra seca...
Piel quebrada, desbaratándose bajo el sol...
Entre mis arrugas, los cuerpos de plantas quemadas...
Muertos, haciéndome compañía
de pie frente a mi.
Bajaste la mirada
y viste sobre mis ojos, hormigas caminar.
A mi lado, un hueco,
sus paredes cubiertas de fotos.
Voces suaves rebotando
y una flor con su cuerpo distorsionado.
Cubierto en sangre seca, desesperadamente trataba de respirar.
Te sentaste junto a mis pies
y lloraste,
me acompañaste hasta el sol caer.
Tu piel fue secándose lentamente,
tu cabello blanco, fue cayendo;
al unirse el sol con el horizonte
escuchaste el último intento de respirar de aquella flor.
La tomaste,
y con una espina cortaste tu pecho
y preparaste un lugar para que reposara dentro de ti.
Al desaparecer el sol
bajaste al hueco y te acostaste sobre las espinas.
Tomaste mi mano,
empezaste a llorar y cubriste aquel vacío
sumergida en tus lágrimas...
Tomaste tu último respiro
y pediste a la luna que nos ocultara bajo su rostro...
Morimos.